Pablo Huneeus
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LOS PELAMBRES DEL CARDENAL
por Pablo Huneeus

« No levantarás falso testimonio contra tu prójimo, ni mentirás.» (Octavo Mandamiento, Santa Biblia, Éxodo 20.16)
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El jueves 31 de octubre de 2002, el arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, irrumpió en el noticiario nocturno del canal 13 TV de la Pontificia Universidad Católica para denostar a su camarada de sacerdocio, monseñor Francisco José Cox Huneeus, arzobispo emérito de La Serena.

No era un día cualquiera en lo que a líos de curas concierne, pues fue en esa misma víspera de la festividad de Todos los Santos, pero de 1517, que el fraile agustino Martín Lutero clavó a martillazos en la puerta de la iglesia de Wittemberg, sus “95 Tesis sobre el poder y la eficacia de la indulgencia”.

Estaba Lutero enojado, muy enojado con los presbíteros que esquilman a la cristiandad con la cantinela de que Dios perdona a cambio de dinero. Por medio del recién estrenado invento de la imprenta, su golpeado alegato pronto se difundió por toda Europa, dando pie a la Reforma.

Errázuriz, en cambio, se vale de la última tecnología en comunicación de masas –la televisión y en horario de mayor “rating”– no para hablar de la gracia, sino para acusar a su cofrade de maricón.

Lo hace indirectamente, con sugestivos eufemismos, o sea valiéndose de la figura de “injuria encubierta”, sancionada en el Artículo 423 del Código Penal con igual castigo que la “injuria manifiesta”.

En quejumbrosas palabras, acompañadas de gestos de angustia, imputa a Cox – Papán para sus amigos– ser objeto de rumores “debido a una forma de afectuosidad de él muy distinta a la que es usual entre nosotros.”

Según puede apreciarse en la transcripción de esa entrevista, que viene a continuación, emplea cinco veces la palabra “rumores”, sin ni una vez dar pruebas ni referirse a su candente amistad con el difamado monseñor.

En cuanto al plural “nosotros”, no queda claro si se refiere a nosotros dos (el ángel caído y yo cardenal), a nosotros del movimiento Shöenstatt al que ambos se unieron de jóvenes, o bien a nosotros, los oligarcas que movemos todos los hilos.

Tampoco aclara si la renuncia que dice haber presentado monseñor Cox cinco años antes fue voluntaria, o si le pagaron su indemnización por años de servicio (Art. 160 del Código del Trabajo).

Como sea, los dos nacieron el año 1933 en el seno de prolíficas familias, siendo uno el segundo de seis hermanos y el otro, el tercero de siete. Vienen del mismo estrato social, afincado entonces en el casco histórico de Santiago, (los Errázuriz Ossa vivían en calle Almirante Barroso, los Cox Huneeus en avenida República), siendo el parcito educado en los más caros colegios de la época (Liceo Alemán y Padres Franceses).

Sus estudios universitarios los cursaron en el mismo bastión de la derecha conservadora: la hoy “Pontificia” Universidad Católica, basada en el imponente palacio de Alameda 340. Entre las distintas sectas de elite que competían al interior de sus claustros por ganarse lo más granado de la juventud dorada, ellos optaron por el movimiento germanófilo Shöenstatt, que toma su fuerza de la “Mater ter Admirabilis”, y al cual siguen adheridos.

Seguidamente, compartieron hasta en la misma pieza los años de noviciado en los finísimos y muy bien tenidos monasterios, siempre con grandes parques y estupendas habitaciones, que ostenta dicha cofradía. En una ceremonia de gran esplendor, el domingo 16 de julio de 1961 fueron juntos ordenados sacerdotes en Friburgo, la capital del catolicismo suizo.

Para esa ocasión, los padres del cardenal, el ingeniero civil Pedro Errázuriz Larraín y doña Marta Ossa Ruiz, benefactora principalísima del Templo Votivo de Maipú, viajaron a Europa con los padres del arzobispo emérito, el tío Eduardo (hermano de mi mamá) y la tía Yola (la hermana predilecta de mi papá).

Así es: con monseñor Cox somos primos hermanos dobles, por lo que el ataque a un cachorro afecta a la manada entera. Mucho antes de que su compañero de ruta lo despechara en público, cuando Papán acababa de cumplir nueve años de edad, le sobrevino una pleuresía hemorrágica que casi le acorta el camino al cielo. La cavidad pleural se va llenando de pus hasta colapsar los pulmones.

El Dr. Eduardo Cruz-Coke Lassabe, puso esperanza en la penicilina, a la sazón material estratégico de los Estados Unidos, de uso militar para heridos y amputados en la Segunda Guerra Mundial.

Por su parte el Dr. Johow, cirujano infantil, ideó vaciarle a Papán la pus mediante una incisión y recorte parcial de una costilla. Debieron aislarlo en una pieza del tercer piso, donde lo instalaron en absoluta soledad, junto a los aparatos médicos que trajeron para efectuarle un drenaje continuo del pulmón.

De día, su devota madre lo cuidaba, pero a fin e que ella pudiese dormir unas horas, a las ocho de la noche, su padre pasaba al convento de Santo Domingo a buscar a sor Loreto, una monja hospitalaria de alón blanco que velaba al pequeño doliente durante sus horas más negras. Ella, sin cabecear un minuto, accionaba la sonda de drenaje durante la noche, atenta siempre a que al amanecer, el Señor encontrase con vida a Papán.

Entretanto mi padre, que estaba en Estados Unidos a cargo de los buques que llevaban al frente otro material estratégico –cobre– obtuvo de sus compinches de la US Navy, una dosis del anhelado antibiótico.

Su recuperación física fue total. Al año siguiente volvió al colegio, luego entró a estudiar economía, donde jugaba de arquero en la reserva de la UC, y siguió adelante por la vida, siempre dando muestras de la simpatía, capacidad emprendedora y don de gentes que le caracteriza.

Pero al fondo de la psique, tamaño padecimiento ¿no habrá dejado secuelas? Hoy sabemos que el puro confinamiento solitario, al cercenar la sociabilidad humana, puede dejar heridas de ansiedad emocional y depresión (trastorno bipolar del ánimo) que requieren más que unos Avemaría para sanar.

Antaño nadie pensaba esas cosas, menos al interior de familias numerosas, donde superada una emergencia, –que el porrazo del día o el embarazo siguiente– venía otra peor, sin darles tiempo a los padres de prestar atención personalizada a determinado mocoso. Sermoneaban al montón, y si tú no eras el mayor ni el menor, estabas a tu suerte, pues nunca había oportunidad de hablarles en confianza.

Contarles dudas del alma, percances turbios del verano, o las rarezas del maestro José, jamás. Nadie le explica a uno el modelo natural de vida –esposa, el goce de criar hijos, independencia económica– ni el costo de carreras, como la de clérigo, que obligan a trabajar sin contrato ni previsión, y exigen abstenerse de tener familia.

Porque el tema, más que sexual, es existencial. ¿Qué equilibrio espiritual puede sentirse al llegar de un viaje y no tener con quien conversar? ¿Acaso nadie se ha fijado en el semblante del cura cuando despide a los novios al término del matrimonio? Es tan humano que ahí piense, más que sea por un instante, en lo lindo de tener mujer.

Dormir solo, amar a Dios en las alturas y a nadie en la almohada, deslomarse trabajando sobretiempo, sin descanso dominical ni feriado que valga, y estar de por vida expuesto al traslado y despido arbitrario.

Así como la silicosis asecha al minero, la soledad emocional expone al operario de la industria religiosa –curas, sacristanes y monjas– a trastornos conductuales que la sola fe no sana. La ansiedad, depresión, obesidad mórbida y alcoholismo, indican que la procesión va por dentro.

No tratar las tensiones propias de la profesión religiosa es negar los avances de las ciencias sociales, en particular de la psiquiatría, que bien podrían ayudar a prevenir conductas desquiciadoras.

Encima, si el clérigo lo hace bien, ayuda a la gente y es querido por los fieles, ha de soportar la envidia de sus pares, con todo el daño moral que ello causa. Envejecer a solas, sobre un pedestal de santidad, pero sin casa propia ni perro que le ladre ¿puede alguien resistirlo sin caer?
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TRANSCRIPCIÓN TEXTUAL de lo espetado por el cardenal Errázuriz al periodista Nicolás Vergara Varas durante el noticiario nocturno de Tele 13, el jueves 31 de octubre de 2002:

Vergara: Monseñor Errázuriz, mañana el diario “La Tercera” dará a conocer una serie de denuncias –según la información que disponemos– que hablan de conductas no propias de un sacerdote, de monseñor Cox. En ese sentido, ¿a qué origen atribuye usted estas denuncias o acusaciones contra el obispo Cox?

Errázuriz: No conozco las denuncias concretas que publica mañana el diario. Es muy penoso porque yo estudié con él durante muchos años. Lo que sí sé, es que en los últimos tiempos de su trabajo en La Serena, que siempre había rumores debido a una forma de afectuosidad de él muy distinta a la que es usual entre nosotros. Excesivamente expresiva y eso llevaba a rumores de mucha gente buscando un significado de eso.

Vergara: ¿Rumores que llegaron a la Iglesia?

Errázuriz: Sin duda. Yo creo que era muy amplia la difusión de esos rumores. Y eso lo llevó a él mismo a que en determinado momento no se podía realizar un trabajo pastoral en esa situación, y prefirió presentar la renuncia hace como cinco años y seis meses.

Vergara: En ese entonces, hace cinco años y seis meses ¿hubo investigaciones concretas en la situación de Mons. Cox?

Errázuriz: Era importante saber cuál era el significado de las denuncias, en qué se podrían basar. Recuerdo, por ejemplo, cuando se le preguntó una vez a don José del Carmen Valle, obispo emérito que trabajaba con él, confirmó que había muchos rumores. Pero, trajo este caso, dijo: fueron al diario “El Día” (de La Serena) trayendo denuncias. Y el director del diario les dijo: "tráiganme pruebas", y no volvieron nunca más.

Vergara: ¿Pero él pide voluntariamente salir de la función que estaba desempeñando?

Errázuriz: Pidió salir de la función, y desde ese momento ha tenido funciones más bien organizativas, administrativas, comunicacionales. Pero no un trabajo directo con comunidades.

Vergara: En ese mismo sentido, monseñor ¿hubo alguna investigación concreta a nivel de instancias eclesiásticas?

Errázuriz: Un obispo depende directamente de la Santa Sede. Yo no estaba en Chile en ese momento, pero supongo que llegaron antecedentes a la Nunciatura. Tienen que haberlos examinados. Yo conozco con qué celeridad la Santa Sede procede cuando hay denuncias que son confirmadas, por ejemplo en el plazo de siete ú ocho días la persona es depuesta de su cargo. No fue ésta la situación. Fue él que renunció.

Vergara: Se ha informado en los últimos minutos que monseñor Cox dejaría su condición obispal. ¿Esta es una decisión de la Iglesia?

Errázuriz: Después de terminar un trabajo, un estudio largo, aprovechó para reflexionar cómo sería el resto de sus días y el resto de su trabajo. Él mismo pidió seguir viviendo en un monasterio, retirándose a la oración y al estudio. Siempre en estos casos también alabar a Dios y pedirle perdón por las faltas que se han hecho.

Vergara ¿Pero esa es una decisión de la Iglesia?

Errázuriz: Es de él. Él lo pidió así.

Vergara; ¿Y que implica exactamente que deja su condición de obispo?

Errázuriz: Las personas son obispos hasta que mueren, pero no tiene función pastoral.

Vergara: ¿Y se retira incluso de la vida ciudadana porque se recoge a un convento de clausura?

Errázuriz: Eso es lo que él quiere

Vergara: ¿Y será sometido a tratamiento médico?

Errázuriz: Muchas veces las personas hacen tratamientos médicos en tiempos muy normales. Yo creo que él ha tenido tratamientos médicos y puede ser que los quiera seguir haciendo.

Vergara: No es el primer caso. La Iglesia está sufriendo una serie de denuncias y una serie de situaciones. ¿Qué le puede decir a los católicos y a los ciudadanos de este país y que no son católicos?

Errázuriz: Hay que tener un cuidado enorme. Nosotros conocemos la situación de un cardenal de los Estados Unidos. que tuvo que ir a tribunales durante varios meses para que al final la persona que lo inculpó dijera que había sido calumnia.

Un arzobispo en Sydney, por ejemplo, dijo que él mismo se retiraba de la acción pastoral hasta que no se aclarara todo. Termina con su inocencia. Hay otros casos en que no es así. Donde hay responsabilidad y responsabilidad a veces muy seria. Temo, también, que después esta situación que pasó en EE.UU. que sean no sólo muchas las investigaciones que se hagan, sino que también en ciertos casos informaciones falsas que se den por verdaderas.

Creo que se debe ir al fondo de las cosas. O sea, en primer lugar, darnos cuenta que todos nosotros somos limitados, somos débiles, somos pecadores. Es Jesucristo quien nos salva a todos nosotros.

Que pueden aparecer situaciones también irregulares, y aún faltas y aún delitos en mucha gente. Hay un profundo llamado de Dios a la conversión, a la purificación a la humildad también, y a rezar por las situaciones que son verdaderas, por las personas que pudieron haber sido víctimas y aún por los hechores.

Rezar también para que no se difundan informaciones que son falsas.

Vergara: ¿Monseñor Cox volverá a Chile?

Errázuriz: Entiendo que no, entiendo que lo que quería era directamente encontrar este monasterio y retirarse.

Vergara: Si hubiese algún tipo de acción ante la justicia, ¿la posición de la Iglesia sería que comparezca?

Errázuriz: Todo ciudadano, cuando hay acción de la justicia frente a él debe responder por la acción de la justicia. Ahí no hay excepciones para ningún ciudadano.

Vergara: Monseñor. Errázuriz, muchas gracias por haber estado esta noche con nosotros.

Errázuriz: De nada. Buenas noches.
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OBISPO COX: TESTIMONIO DE SACERDOTES QUE LO CONOCEMOS (diario “El Mercurio”, noviembre 2002)

‘‘El que esté sin pecado que lance la primera piedra...’’
Jesús de Nazareth

Los sacerdotes que suscribimos esta carta sentimos que es un deber de conciencia el exponer nuestra opinión acerca de los dolorosos acontecimientos que están afectando a nuestra amada Iglesia en la persona de monseñor Francisco José Cox Huneeus:

Nos parece que monseñor Cox ha sido acusado, juzgado y condenado sin prueba concreta alguna. Él ha guardado silencio como cordero que es llevado al matadero, aceptando su nuevo destino, según se ha afirmado, por espontánea decisión.

Nos preocupan los insistentes llamados del actual arzobispo de La Serena, don Manuel Donoso, para que se presenten testigos que puedan llevar a monseñor Cox a los Tribunales de Justicia: pareciera impaciente por lograrlo.

Nos estremece el proceder del padre Joaquín Alliende Luco, quien siendo compañero de toda una vida de monseñor Cox, ha dado a la publicidad confidencias de amigo que le hiciera el afectado. ‘‘Hay una parte oscura en mi alma que se contradice con el Evangelio’’.

Quizá ni monseñor Donoso, ni Joaquín Alliende tengan ninguna parte oscura en el alma. Cada uno de nosotros, los que firmamos esta carta, reconoce tener en el alma alguna parte oscura que se contradice con el Evangelio.

¿Y quién no?. Puede ser un pecado de lujuria o de envidia, una sed descontrolada de dinero o de poder, algún otro pecado capital o, quizá, alguna traición a los Mandamientos.

Nos duele la soledad de monseñor Cox. Pero en ese aislamiento en que parecieran haberlo abandonado sus hermanos obispos, ¡cómo nos ha alegrado la declaración escrita que entregó monseñor Bernardino Piñera, arzobispo emérito de La Serena, al diario ‘‘La Segunda’’, del lunes 4 del mes en curso! Efectivamente, monseñor Cox es un apóstol herido.

¿Hay alguien capaz de lanzarle más piedras a monseñor Cox, después de todas las ya recibidas por él?

Nosotros, que servimos a la Diócesis de Chillán durante 40 años y más, podemos dar testimonio de que jamás en nuestras parroquias, en nuestros colegios o en nuestros movimientos de Iglesia vimos actitudes extrañas o escuchamos cargo alguno en contra de monseñor Cox.

Por el contrario, sus expresiones de afecto, dirigidas a niñas, niños y jóvenes, a las familias, a los honrados lustrabotas de nuestra Plaza de Armas y a las empleadas de casa particular, a la gente de campo y a personas investidas de autoridad, expresiones cordiales de las cuales disfrutamos también los sacerdotes, le ganaron el cariño, la gratitud y la admiración de todos en esta ‘‘Familia Diocesana-Iglesia de Esperanza’’ a la que él tanto de bueno y de verdadero le brindó.

¡Cuántos jóvenes quisieron, cuando él fue nuestro Padre Obispo, seguir sus pasos ingresando al Seminario con el sueño de llegar a ser sacerdotes. Chillán tuvo entonces un récord de vocaciones!

No sabemos cuál va a ser el desenlace de este drama. Puede desatarse una ‘‘caza de brujas’’, o puede esto transformarse en un ‘‘boomerang’’ que dañe a quienes ahora están en plan de ataque.

Opinamos que, al menos en este caso, se ha actuado en forma precipitada, imprudente y sin caridad.

En Dios ponemos nuestra confianza: Él es el único juez que, siendo justiciero, es misericordioso.

Firman:
Andrés Lacalle, Párroco de Cobquecura.
José Antonio Ortega Martin, Párroco de San Juan de Dios, Chillán.
Eloy Parra Irribarra, Párroco del Buen Pastor, Chillán.
Osvaldo Salgado, Párroco de El Sagrario, y rector de la Catedral de Chillán.
Ricardo Sammon O’Brien, Párroco de Portezuelo.
Ramón Seco Pérez, Párroco de Chillán Viejo.
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MORALEJA: Al que le calce el guante, que se lo chante.

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