Pablo Huneeus
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DEL LIBRO “LO IMPENSABLE Armes y Reactores Nucleares en un Mundo Caliente” por Pablo Huneeus, diciembre 2009.
Fragmentos del Capítulo VIII: “EL Negocio Atómico”.

La primera central nuclear en conectarse a la red eléctrica fue la de Obninsk, Rusia, el 27-jun-1954. La última, la de Watts Bar en Tennessee, que se conectó a la red de suministro el 7-feb-1996. Esta aprovecha también de producir tritium para armas nucleares.

Debido a su peligrosidad, alto costo y efecto contaminante sobre el medio ambiente, no se han inaugurado nuevas centrales, mientras países como Alemania, Estados Unidos, e Italia, han suspendido proyectos en curso a la espera de irse deshaciendo de esta forma de generar electricidad a medida que cada central cumpla su ciclo de vida.

Otros, como Australia, Egipto, Noruega y Nueva Zelanda, no tienen ni planean tener reactores.

Por cierto, distinto es el negocio de embobar con la energía nuclear a países del tercer mundo, donde no faltan las elites corruptas que en busca de coimas compran chatarra militar de cualquier tipo. (El reactor de 10Mw. del Centro de Estudios Nucleares Lo Aguirre, que España le vendió al Ejército de Chile, quedó inservible en su primera prueba parcial, el 4-feb-1977.)

Comparada con otras fuentes de energía –plantas térmicas a carbón, hidroeléctricas en base a represar ríos, energía eólica– los reactores nucleares cuestan por megawatt generado en su vida útil, 30% más.

Hay 439 de estas centrales todavía funcionando en 31 (16%) de los 192 países miembros de la ONU. Su construcción cuesta y tarda más que la de un estadio olímpico, como el de Beijing 2008.

La materia prima de su combustible es el uranio, mineral escaso que se encuentra de manera extraíble sólo en Canadá, con 23% de la producción mundial, seguido por Kazajistán, con 20%, y el resto en Rusia Australia, Namibia y Estados Unidos.

Se halla en yacimientos de baja ley, disperso en la grava, por lo que su extracción impone remover a tajo abierto serranías enteras, para luego transportar en camión cantidades descomunales de tosca a las plantas de concentrado, con el consiguiente gasto de petróleo y ensuciamiento del aire.

Otro impacto ambiental de dichas centrales es su contribución al calentamiento global de la Tierra, tema que antes no se pensaba, y sus deshechos, que siguen emitiendo radiación por cientos de años, sin que exista lugar libre de riesgo donde depositarlos.

En cuanto a seguridad, los riesgos que conllevan son de tres órdenes.

1.- El terreno sísmico expone a cualquier tipo de reactor a alteraciones o fisuras en la caparazón que rodea al núcleo. Aunque sean milimétricas, bien pueden ocasionar la liberación incontrolada y en absoluto visible de material radiológico.

“El terremoto de magnitud 6,8 que afectó a la costa del Mar del Japón, en la prefectura de Niigata, el pasado 16 de julio (de 2009) segó la vida de 11 personas, dejó más de 1.300 heridos y destruyó cientos de hogares. Y además, el temblor, cuyo epicentro se situó en el lecho marino, según los cálculos, a 19 kilómetros al norte de la ciudad de Kashiwazaki, ha puesto en duda la seguridad de la generación de energía nuclear ya que en esta ciudad se encuentra la central Kashiwazaki-Kariwa de la Tokyo Electric Power Co.

Con siete reactores, es la central eléctrica más grande de su clase en el mundo.

Cuando se desencadenó el terremoto, tres de estos reactores estaban en funcionamiento pero se apagaron automáticamente y demostraron su capacidad para resistir un terremoto de esta magnitud (al menos como demostraron las pruebas disponibles el 26 de julio). Pero eso parece estar aún muy lejos de acabar con la preocupación de la ciudadanía en relación con la seguridad de esta central nuclear, en concreto y con la de las demás centrales del país, en general.

La preocupación fue aún mayor cuando se supo que, du¬rante el terremoto, surgieron una serie de factores con los que no se contaba cuando la planta eléctrica fue diseñada, entre otros la existencia de una activa falla sísmica tan cercana. Presumiblemente por este motivo, la fuerza del temblor que sacudió los reactores fue más del doble de lo que permite su diseño.

Uno de los edificios situado dentro del recinto se incendió; se produjo una ligera fuga de agua radiactiva del estanque que la contiene; y, entre otras cosas, una de las grúas en funcionamiento, situada exactamente sobre uno de los reactores, resultó dañada.”
(Extracto del informe de Japan Brief/FPC Nº 0755, 27 de julio de 2009)
Sigue.
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