Pablo Huneeus
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LAS MUNICIPALES DE AYER
por Pablo Huneeus

Ayer en Chile pasó lo de siempre: ganaron los políticos, perdió la gente. Las elecciones municipales, llamadas a ser asuntos locales, de los vecinos mismos, se convirtieron en match de exhibición entre las dos grandes mafias político–financieras que desde Santiago –siempre Santiago– esquilman al país.

Esto, porque la democracia empieza por la base, en la familia, la escuela y el barrio. Si hasta a los niños en casa les conculcan la libertad de expresión, a los profesores se les somete a la tiranía del “sostenedor” chupa subvención y charquean la ciudad sin tomar para nada en cuenta el parecer de la ciudadanía ¿de que democracia me hablan? ¿De la nacionalsocialista de Hitler, que llegó por votación popular al poder? ¿O de la socialista soviética que también celebraba pomposas elecciones municipales?

Lo que tenemos es una plutocracia centralizada, un sistema para intercambiar votos por dinero. Caras y más caras, unas avaladas por un rubicundo Mickey de anteojos, otras por un regordete y no tan fotogénico Lagos, pero ideas ¿dónde? Todo, desde la designación de los candidatos de Curepto al conteo en Colchane, manejado desde el centro por los acaudalados capos de la “cosa nostra” política. No hay ninguno que se eche menos de cinco millones de pesos al mes y los dos principales destacan por su habilidad para depredar propiedad pública, sea ésta derechos de agua del Santiago histórico o fondos del MOP.

Liderazgo ha llegado a ser más el talento de administrar corrupción, que el don de guiar el espíritu. El buen líder es hoy quien sabe dar a cada seguidor suyo una cuota de amor pagado, un sobresueldo aquí, una concesión allá, más la protección patronal en caso de enjuiciamiento.

Entonces, esta plutocracia, –ora con apoyo militar, ora en nombre de la democracia– ha irrumpido en la comunidad local politizando el ámbito inmediato de nuestra vida cotidiana, que es el barrio, la comarca. En cada rincón del país profundo ha entronizado a unos reyezuelos apodados “señor Alcalde” con su respectiva corte de amanuenses.

Aparte de lo propio de la municipalidad que es el aseo y ornato de la calle, se les ha entregado a estos personajes la educación, área de gestión en que han demostrado ser incompetentes. La ilustración es el caso de algo que debe traerse de afuera de la comuna y manejarse con criterios distintos al del camión recolector, por lo que el aterrizaje en terreno de la educación y la cultura ha resultado ser una melcocha rasca y oportunista. Ídem, la salud.

Más aún, esas tremendas burocracias que asolan a las comunas, trabajan más contra el vecindario que a favor suyo. Vitacura, por ejemplo, era un barrio bonito y tranquilo de casas con jardín, que se formó de lo más bien gracias sin municipio propio. Junto con imponernos el gobierno central la tara de sustentar una municipalidad, empezaron los problemas: edificios, negociados inmobiliarios, pérdida del patrimonio arquitectónico, proliferación de bares, cercenamiento de plazas, tala de árboles, hacinamiento y sobre impuestos y más impuestos.

Tanto ha engordado la burocracia edilicia, que desde Santa María se aprecia cómo el nuevo “Centro Cívico” de Vitacura sobrepasa en tamaño a la sede de un organismo internacional (CEPAL) destinado, no a una comuna, sino a toda América Latina.

Con lo que cuesta la mitad de los burócratas que pululan sin hacer nada en la Municipalidad de Calbuco se podría haber hecho ya el puente para abrir el piedraplén de entrada a la ciudad que tiene taponeado el canal Caicaén y así ¡cada caso!

¿Cómo, entonces, debiera ser la cosa?

–Erradicar a los partidos políticos de municipios, sindicatos y universidades. No hacen más que emputecer los organismos intermedios. Se deben elegir personas a propuesta de las juntas de vecinos.
–Renovación periódica de la autoridad, no reelección de alcalde, o sea circulación de la sangre.
–Igualdad de campaña. Así como el fútbol se juega de once por lado y en el box se iguala el peso de los contrincantes, todos los candidatos deben tener el mismo acceso a medios de propaganda.
–Al menos el 40% de los candidatos deben ser mujeres. Válido también para las elecciones parlamentarias y presidenciales.
–Fusionar comunas contiguas y bajar patentes.
–Referendo revocatorio para que la ciudadanía misma pueda derogarle el mandato a sus representantes, sean estos alcaldes o parlamentarios.
–Descentralizar el proceso eleccionario de modo que cada comuna las haga a su manera y en la fecha que le acomode.
–Encomendarle a organismos especializados la educación y la salud.

Y si de juegos se trata, en esta pichanga de las eliminatorias del 2005, ¿qué ayer hicieron los niños, el futuro de Chile? Jugaron a Halloween.

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