Pablo Huneeus
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¡CUIDADO CON EL CENSO!
por Pablo Huneeus

El próximo miércoles 24 de abril el Gobierno de Chile va a efectuar un censo de población y vivienda. Para eso ha decretado feriado nacional, le ha prohibido a las tiendas abrir y a las fábricas producir, ha reclutado sin paga ni seguro infinidad de “censistas” menores de edad y por medio de una tediosa campaña de propaganda y de amenazas ha conminado a la ciudadanía a permanecer en sus casas y abrir sus puertas al espionaje legal.

¡Atención! Menores o no, han sido todos adiestrados en el arte de recabar información personal que será manipulada por computadores para los fines que el Estado quiera. Encima, una multa de $ 60.000.- anuncian para quien rechace el interrogatorio o se niegue a delatar a sus seres queridos.

Curiosamente, el día elegido para tan autocrática intromisión en la vida privada, es san Fidel.

Pero más allá de las coincidencias simbólicas, así como un médico está obligado a advertir de una epidemia en ciernes, un sociólogo tiene el deber moral de indicar los peligros de un censo. Estos son al menos los siguientes:

1.- TODA INFORMACIÓN QUE UD, ENTREGUE PODRÁ SER USADA EN SU CONTRA.

Si bien el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, promete “secreto estadístico” según el cual van a retirar de los cuestionarios el nombre y dirección de cada encuestado, nada garantiza que va a ser así. ¿Para qué, entonces, piden a cada uno identificarse?

De hecho el Estado chileno, lejos de ser confiable hasta ha vendido información íntima entregada para fines cívicos, como la inscripción electoral. Partidos políticos compran esos listados y luego nos presionan con una marcación personal, y a menudo amenazadora, para que votemos por sus ungidos.

Más aún, desde que los romanos en su imperio hacían un censo cada cinco años para identificar súbditos que debían pagar impuestos, enrolarse en el ejército, servir de gladiadores en el circo o ser esclavos de la construcción, la historia está plagada de casos en que la autoridad emplea estos recuentos contra el individuo.

En un censo en Hungría, por ejemplo, los ciudadanos de origen alemán, como los padres de mi amigo Miguel Enskat, aunque se habían asentado ahí hacía más de 400 años atrás, confesaron derechamente su ascendencia germana. Al tiempo el gobierno socialista respaldado por la URSS, en base a esa información fue casa por casa deportándolos. Les expropiaron todos sus bienes, debiendo marcharse sólo con siete kilos de equipaje por persona.

Del mismo modo, la información que Ud. entregue sobre su permanencia en el país, sus computadores, automóviles o sobre el parquet de su dormitorio, pueden ser cotejados con extranjería, su declaración de impuestos o con el avalúo municipal.


2.- SIRVE A LA DELINCUENCIA

¿Qué mejor manera para el delincuente profesional de empadronar futuras víctimas? Basta inscribirse como censista para salir credencial en ristre a “lorear” casas.

En el censo pasado, donde la tía Raca llegaron dos colegialas acompañadas de un muchacho. Es viuda, y vive en una linda casa, finamente puesta, en Vitacura. Mientras ella atendía a las niñas, el joven daba vueltas y vueltas por la casa. Se enteraron así de sus horarios, de su condición y a los pocos días le entraron a robar.

Cuando denunció el hecho a Carabineros, en la misma comisaría le comentaron la oleada de asaltos que dejó a su paso el censo y le recomendaron que por ningún motivo ni pretexto jamás debe alguien dejar entrar extraños al domicilio y menos informar de los objetos en su interior.


3.- ABUSO DE MENORES

Tradicionalmente los censos los efectúan las fuerzas militares de ocupación y hay buenos motivos para ello: es un acto de opresión que puede encontrar resistencia en los inventariados.

Acá se ha optado por reclutar desde niños y niñas de 16 años cumplidos para arriba. En un mundo en que ya no se puede confiar en los vecinos, a la lolita que entre a una casa desconocida le puede pasar cualquier cosa. Por eso, a su hija, hermana o esposa no las sacrifique por la patria.

Y en un país de tanto mariposón suelto: ¡joven también cuídate!


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